2 de septiembre de 2011

España: La tierra de iràs y nunca volveràs

Nuestra generación ha crecido con la ilusión que viajar forma un signo del poder adquisitivo. Para mi, viajar solo tiene sentido como una necesidad de recordarme constantemente que mi pequeño mundo no es el centro del universo. Mi último viaje a España lo planeaba durante años.
Ese recorrido empezó exactamente cuando decidí aprender el idioma. Puesto que había vivido en varios lugares en el extranjero de pequeña, el nuevo reto fue fácil de planear desde el principio. Me matriculó a clases de lengua y un poco después, empecé a leer artículos de prensa, libros de la historia, el arte y la cultura española en la versión original y escuchar el radio a través del Internet para entender mejor los aspectos de la vida cotidiana del país.
En cuanto a España, quise ver desde luego las dos más grandes ciudades, Madrid y Barcelona. El grupo de compañeras, con las que fuimos juntas, y yo, decidimos seguir el mismo itinerario, que los agencias de viaje venden a los turistas griegos, aunque quedando más tiempo en cada ciudad y utilizando varios medios de transporte para ver lo más posible. En total, visitamos Madrid, Salamanca, Toledo, Córdoba, Sevilla, Granada, Valencia, la Costa del Sol y la Costa Blanca y Barcelona. Lo que me sorprendió era la diversidad tanto cultural y geográfica como económica de cada comunidad que visitamos. Intuyo pues que si no hablara un poco el idioma no me daría cuenta de muchas cosas sobre esa cultura tan semejante a la nuestra.
Una vez más, quedando fuera durante casi tres semanas me hizo apreciar de nuevo mi realidad actual y lo que quiero cambiar. La importancia del último viaje en particular, me volvió todavía más consciente de que cualquier fuera mi carera, lo que he ganado con trabajar en diferentes países era una capacidad de integrarme en cualquier sitio a través de una actitud abierta. Ahora estoy segura, sin lugar a dudas, que podría emigrar de Grecia otra vez, y no sería una decisión forzada. Aunque España me parezca la tierra de irás y nunca volverás he acabado por concluir que no sería necesariamente mi destino elegido para vivir, sino una de las opciones para considerar seriamente. Y no en vano.  
Será difícil de olvidar de lo extrovertido que los españoles son. Su modo preferido de comunicación es hablar mucho, con gestos y sentimientos, con muchas interjecciones, abrazos y besos entre ellos. Ahora pues entiendo porqué los exámenes orales permanecen tan importantes en todos nuestros tareas de lengua más que otros idiomas que me he aprendido de forma organizada. Ese carácter encantador lo combinan con un sentido común emprendedor tremendo.
Entre una tierra hecha por materias primas para los dioses, un espíritu comercial ávido e innovador, una lengua hablada por la mitad del planeta y un amor para vivir, los españoles lo tienen todo. Aunque apenas lo reconozcan.



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