20 de diciembre de 2011

´Una mirada a una Buena Vista´, de Panagiotis Vagenas

El artículo siguiente forma parte de una tarea estudiantíl de clase de Español Nivel Γ/Didaskaleio/Junio 2011
´Una mirada a una Buena Vista´, de Panagiotis Vagenas
Profesora: Katerina Tsópela

´Ya había escuchado el disco Buena Vista Social Club cuando vi el documental homónimo de Wim Wenders. Un viaje de ensueño a Cuba, imágenes llenas de emoción y, sobre todo, melodías hermosas. Siendo un aficionado ferviente de la música y un apasionado del idioma español, me emocioné.    
            Como de costumbre, nada más acabar la película, acudí a buscar informaciones relativas en Internet. Fue uno de los momentos más extraños de mi vida cuando me di cuenta de que casi todos los músicos maravillosos que acababa de ver en el documental habían fallecido hace unos pocos años. Estas personas me parecían algo de superhéroes, por lo tanto percibir su pérdida así de golpe me apenó mucho.
            ¿Pero de dónde venía la música hermosa de Buena Vista Social Club? ¿Cómo se podrían explicar las emociones únicas que provocaban sus melodías? En aquel momento supe que tenía que buscar unas respuestas.
Se suele decir que la música es un idioma. Pues por el lado norte del Caribe, en la isla de Cuba, vivieron algunos “muchachos” que parecían saber este idioma desde su propio nacimiento. Personas sencillas, que, continuando la tradición de su país, expresaron auténticamente sus sentimientos y pensamientos a través de la música. Muchos de estos habían pasado por Buena Vista Social Club, un club social de música y baile, que fue activo entre 1930 y 1950 en la Habana; de ahí el nombre del disco y del documental. Aunque todos los músicos que hicieron su aparición en estos últimos eran sin duda músicos notables, las tres figuras que destacaron fueron el maestro Rubén González, el legendario Compay Segundo y el emblemático Ibrahim Ferrer.
            Rubén González fue un pianista extraordinario. Habiendo estudiado música clásica y después de dejar sus estudios de medicina por motivos económicos, a la edad de los 24 años grabó su primer disco con Arsenio Rodríguez, un compositor y cantante influyente que se considera el pionero del mambo. Después trabajó durante algunos años con Enrique Jorrín, el creador de cha-cha-chá y acabó reconociéndose como uno de los fundadores del piano cubano contemporáneo. La claridad de su mente se podía ver tanto en su mirada viva como en su ingrávida forma de tocar. Al escuchar piezas “danzón” como Pueblo Nuevo o la homónima Buena Vista Social Club, uno puede comprender lo grande que era este maestro.
            Compay Segundo, cuyo verdadero nombre era Francisco Repilado, a su vez fue una personalidad histórica en la trayectoria de la música cubana. No sólo era ya un guitarrista y clarinetista reconocido a la edad de 15 años, sino que luego inventó el armónico, un híbrido instrumento de cuerda, algo entre la guitarra española y el tres cubano. Su nombre artístico proviene de la profunda segunda voz con la cual solía acompañar a los otros cantantes. En su camino musical tomó parte en unas de las más grandes bandas cubanas. De hecho, Ry Cooder, el músico eminente que sacó a la luz a los músicos de Buena Vista Social Club, ha declarado que Compay Segundo era “el último de los grandes”. La Chan Chan, una canción ya clásica y Veinte Años forman dos pruebas típicas de su talento, incluso la primera fue escrita por él mismo.
            La figura de Ibrahim Ferrer es de las que no se pueden olvidar. Huérfano desde la edad de los 12 años, y obligado a cantar por la calle para sobrevivir, no consiguió hacer una carrera notable, pese a su escasa colaboración con bandas significativas. En realidad, cuando Ry Cooder lo encontró para proponerle que participara en la creación del disco Buena Vista Social Club, Ibrahim Ferrer limpiaba zapatos para aumentar su pensión de jubilación. Desde entonces su vida cambió para siempre, ya que grabó unas de las canciones cubanas más lindas, como Dos Gardenias y Como Fue. Su voz dulce y elegante no se podía comparar con ninguna otra cosa que con la humildad increíble que respiraba todo su ser. Entonces, tal vez su logro más importante no fue el premio Grammy que ganó en 2004, sino el amor verdadero del cual gozaba por todas las partes del mundo.
Seguro que se están preguntando si he encontrado las respuestas a esas preguntas. Bueno, creo que sí, pero ¡no se crean algo nuevo o complejo! El secreto detrás de las melodías maravillosas de Buena Vista Social Club fue el esmero y el cariño de aquellos músicos grandes. Desgraciadamente, ellos se están yendo, uno a uno. No obstante, su música se queda no sólo como un fruto magnífico de su obra, sino, sobre todo, como una semilla mágica para la generación que los sucederá.´

En el tronco de un árbol una niña
Grabó su nombre henchida de placer
Y el árbol conmovido allá en su seno
A la niña una flor dejó caer
Yo soy el árbol conmovido y triste
Tu eres la niña que mi tronco hirió
Yo guardo siempre tu querido nombre
¿y tú, qué has hecho de mi pobre flor?
¿Y Tú Qué Has Hecho? (Eusebio Delfín)

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