15 de noviembre de 2011

Borges 'La Biblioteca de Babel', por Correctores en la Red

'La biblioteca de Babel
El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.

Beatriz Sarlo ofrece en Borges, un escritor en las orillas una aproximación académica interesante respecto a estos espacios imaginarios.
Nos dice:
Esta es la primera, y simple, descripción del mundo hipotético presentado como tema y como organización espacial del cuento. La biblioteca es, al mismo tiempo, un espacio regular y un laberinto. Es geométrica, constante, sin otra trampa que su propia estructura basada en la repetición de elementos idénticos (el hexágono que, por lo demás, es una figura regular poseedora de una cualidad simétrica armónica).
Como Borges mismo lo declaró en una entrevista, la primera disposición espacial de la biblioteca de Babel fue una infinita combinación de círculos, pero lo abrumaba la idea de que los círculos, integrados en la estructura total, dejarían espacios vacíos.
Eligió el hexágono por su simplicidad perfecta, su exhaustividad combinatoria y su afinidad perceptiva con el círculo. La biblioteca de Babel es infinita e interminable, porque nuevos hexágonos pueden agregarse a una estructura que se expande sin límites y sin desorganización formal. Pero, como todos los hexágonos son iguales, todos tienen el mismo número de estantes, el mismo tipo de entrada y salida, y el número de los libros es exactamente el mismo en cada uno de los estantes de cada una de las paredes de cada uno de los hexágonos, y como se sugiere que un espejo los reduplica, la infinitud de la biblioteca no puede ser experimentada empíricamente: sólo puede ser postulada. No hay manera de confirmarla a través de un conocimiento práctico porque el infinito de la biblioteca es una hipótesis o una creencia: "La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible". Borges está citando, sin mencionarlo, a Pascal y a una tradición de metáforas sobre el universo, cuya "diversa entonación" seguirá, en 1951, a lo largo de su quebrada historia.
Estructuralmente, la biblioteca es un panóptico cuya disposición espacial de cubículos y corredores permite ver y ser visto desde todos los pisos. El diseño del panóptico evoca al de la prisión cuyos guardias pueden controlar cualquier celda desde el centro que las organiza. Foucault ha estudiado esta espacialización de la vigilancia autoritaria, como imagen de una sociedad donde es posible la visibilidad total y no se admite ningún espacio privado. El universo, descripto en términos de biblioteca, también prescinde de la idea de lo privado y todas las actividades son, por definición, públicas ("A izquierda y derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro satisfacer las necesidades fecales"). La única actividad posible es la búsqueda de un signo escrito.

Todos los libros de la biblioteca son exactamente iguales: cada uno tiene cuatrocientas páginas, cada página cuarenta líneas, cada línea ochenta caracteres. Ni las cubiertas ni los lomos de los libros indican su contenido. Sabemos que el número de caracteres es veinticinco y que se combinan caóticamente. En algunas regiones de la biblioteca, los bibliotecarios creen que es absurdo el intento de encontrar algún sentido en los libros, y que esa pretensión se basa, simplemente, en viejas supersticiones. También hay filósofos que cultivan el agnosticismo y piensan que los libros carecen de un sentido cualquiera, oculto o evidente. Todos saben que cada libro es único: cada libro es un original. También se sabe que existe un número indefinido de libros que contienen sólo variaciones imperceptibles. El cuento presenta la hipótesis de que la biblioteca incluye precisamente todo.'

No hay comentarios:

Publicar un comentario