´Sanidad pública: el buque fantasma
MARUJA TORRES 25/09/2011
La primera vez que estuve en el edificio de traumatología del hospital Vall d'Hebron de Barcelona fue hace poco menos de diecisiete años, para una consulta que dio lugar a una exitosa operación en la rodilla y una excelente relación con el doctor Joan Nardi, jefe del servicio y una de las personalidades más sensatas y divertidas que he conocido, con o sin bata. Tengo fe ciega en él y sus diagnósticos: nunca engaña, ni pone paños calientes, ni permite que uno pida milagritos. Ayuda mucho a encajar la realidad y a torearla."El esfuerzo de todo el personal sanitario puede destruirse por decreto en dos días"
Ayer volví a pasar consulta. No había ido desde abril: antes de iniciar la gira de mi último libro, mi traumatólogo predilecto me echó una ojeada y me dijo que podía afrontarla. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces? ¿Cuatro, cinco meses?
Me cuesta referir aquí lo que ayer hallé, cómo ha arrasado la política de recortes -aquí y ahora de la Generalitat convergente; aunque ya antes empezó a moverse el piso- aplicada sin piedad y a rajatabla. Las cifras sobre Vall d'Hebron, conocidas públicamente -como las que afectan a todos los centros sanitarios públicos- gracias a filtraciones y a sindicatos, se convierten en un rudo mazazo cuando se encuentra una frente a sus consecuencias. Algo que ha costado tanto construir puede destruirse por decreto en dos días. El esfuerzo de médicos, enfermeros, celadores, camilleros, de todo el personal sanitario: a tomar por saco. Qué satisfechos deben de sentirse los gobernantes globales. Vosotros os esforzasteis por levantar cabeza durante siglo y pico, nosotros os achantamos de hoy para mañana. Así. Sin complejos. ¿Hay grandeza en esa manera de gobernar? No me lo parece. Ser un mandado es ser un mandado, aunque quien pague los platos rotos y los recados servidos sea el ciudadano raso.
De modo que las 7.000 operaciones que dejarán de realizarse este año en el complejo Vall d'Hebron, las 56 camas eliminadas definitivamente, y las que caerán; y los cierres que vienen, y lo que está sucediendo en ambulatorios, en otros hospitales... Todo ello se materializó ante mis ojos. Y el edificio vacío de traumatología de Vall d'Hebron se convirtió en la metáfora viviente de la ruina moral y social en que hemos entrado en este invierno de nuestro descontento que se inició con la crisis más grande, sí, pero también gestionada por los inútiles más audaces y despiadados que hemos conocido.
No había enfermos ni había camillas ni había enfermeros ni había prácticamente luz en la planta del servicio, cuando salí del vacío ascensor. Han desaparecido las personas de recepción que nos acogían. Nadie circula por los pasillos, nadie espera en la salita.
Y nadie tuvo que contarme lo que contemplé, lo que sentí. La impresión de naufragio de algo mucho más grande que nosotros, algo que nos unía. Yo me resisto a llamarlo Estado del bienestar, y lo definiría más bien como estado de reparación de injusticias, de redistribución de la riqueza que hemos generado. Cómo duele ese edificio a media luz. Pero sólo a quienes nos importa.´
Hola Urania! Tu blog parece interesantisimo! Te seguiremos! Hasta la proxima!
ResponderEliminarJorge(tu companero de clase)
Hola Jorge, acabo de informar la gente sobre la bitacora. Con o sin pseudonimos, espero que hagais muchos comentarios...
ResponderEliminarme gusta mucho tu blog Ourania !!! Alejandro !!!
ResponderEliminarMe alegro mucho Alejandro, ya que es un trabajo de equipo entre los compañeros de mis clases de español (y de los profes) del año pasado hasta ahora. Nos falta la interacción, pero creo que ahora ya estamos preparados para dejar comentarios y tal. ¿Qué te parece? Pese al esfuerzo que se requiere, que lo paséis muy bien mañana, !un beso a todos!
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