La noticia que me ha impactado más en mi vida, fueron los resultados de los exámenes para entrar a la universidad. Tenía entonces dos opciones: irme para estudiar a Londres o Edinburgo, en Reino Unido. Fue el verano del año 1993, en agosto, justo después del fin del colegio y todos los exámenes. Mi familia y yo estábamos de vacaciones en una isla por última vez juntos. Para mi, este período fue un respiro antes de independizarme. Sabía que en cuanto fuera aceptada en la universidad, sería libre. Y por una vez en mi vida, no hice nada durante un verano entero: ni estudié ni trabajé, solamente disfruté del descanso. Ahora yo sé que esta situación no se va a repetir otra vez. Estábamos en la playa tomando el sol con mi primer amor, cuando recibí la noticia por teléfono. No reaccioné inmediatamente, porque no podía creerlo: me habían aceptado en la universidad, en la facultad de ciencias más conocida de europa: la facultad cuyo centro de investigación de biología molecular es hoy bien reconocida por sus estudios publicados en los organismos trasgénicos. Me puse roja de emoción y sorpresa. En consecuencia, me hice bióloga, aprendí a compartir mi tiempo entre estudiar y trabajar y me independicé de mi familia. Es más, conocí otra cultura y me solté a hablar y escribir en inglés como un nativo, me conocí a mí misma y a gente de todo el mundo. En suma, no me lo arrepiento de nada. Si hubiera podido cambiar algo del período a partir del momento en que recibí la noticia hasta el fin de mis estudios, no habría cambiado nada.